Muchos países comienzan a cerrar sus períodos de aislamiento social por el Covid-19 y emprenden el desafío de vivir una nueva realidad. Se escuchó mucho la frase: “Las cosas nunca van a volver a ser como antes”, pero ahora nos acercamos al momento de comprender qué es lo que va a cambiar y cómo va a ser ese “nuevo mundo”.
Sin lugar a dudas, nuestro comportamiento será una de las principales cuestiones. Ya no seremos los mismos ciudadanos, consumidores, empleados, líderes, ni clientes. La pandemia está teniendo y tendrá fuerte influencia en nuestra subjetividad y en nuestra filosofía de vida. En primer lugar, nos enfrentó con nuestras propias faltas. Pasamos de ser una sociedad que se creía omnipotente, a vernos cara a cara con la incertidumbre y la falta de respuestas.
La pandemia dejó al descubierto todas las fallas de un sistema muy desigual y poco sustentable. Surge una necesidad de cambio de paradigma, de formas de estilos de vida, de producción y de liderazgo.
Ahora la pregunta, frente a esta oleada de cambio, es ¿Cómo deben actuar las organizaciones? El contexto urge a adaptar las empresas al mundo del “después” de la pandemia. Es imposible armar un “enlatado” de respuestas que den soluciones a lo que se viene. Pero, sí es viable comenzar a pensar algunos ejes para poder encontrar respuestas resilientes a una crisis que afectó la subjetividad global y que cambió la percepción de todo el “orden” previo instituido.
Los ejes que proponemos para re-pensarse en esta crisis son:
- La salud y el cumplimiento de los protocolos, como eje central de todas las próximas estrategias. No volveremos a ser los mismos y hay algunos hábitos de salud, limpieza e higiene que, probablemente, vamos a sostener en el tiempo. No parecería ningún descubrimiento decir que los individuos sin salud, no tenemos posibilidad de proyectar nada. Sin embargo, en la vorágine de la rutina acelerada que veníamos llevando, muchas veces perdíamos el eje de las cuestiones más básicas. Hoy va a ser más difícil olvidarse de estas prioridades y tanto como clientes y como empleados, vamos a pedir mayor rigurosidad en la limpieza, en el control sanitario y en el cuidado de nuestra salud.
- Observar y analizar lo que pasa en otros lugares del mundo. En Argentina tenemos la desventaja de que el virus llegó más tarde y todavía no estamos cerca del descenso de la curva de contagios. Pero también es una oportunidad de estar atentos a qué cambios y qué movimientos se están dando en los países que vienen “más adelantados” y comienzan a “abrirse” nuevamente. Poder analizarlos y planear estrategias tomando como referencia “los ensayos” de otras organizaciones que ya están atravesando esa situación. ¿Qué medidas están tomando las empresas? ¿Cómo les está yendo? ¿Cómo se están comportando los consumidores? ¿Y el mercado?
- El liderazgo adaptativo. El contexto cambió abruptamente y de un día para el otro, se pasó de liderazgo presencial a un modelo virtual y próximamente vendrán dinámicas mixtas, regidas por protocolos que aún hoy se desconocen. El nuevo desafío va a ser trabajar y aprender a delegar, a confiar, en un clima de crisis, de incertidumbre y de cambios muy vertiginosos.
A los problemas meramente de gestión, hay que agregarle que el contexto invita a ser un líder positivo, empático frente a las ansiedades y necesidades propias de cada persona que reporta a su sector. Las personas, con el paso del tiempo en un mismo puesto de trabajo, van generando cierta independencia relativa: van empezando a sentirse seguros en el mismo y necesitan menos de las “bajadas de línea” e indicaciones puntuales de sus líderes. Esta confianza se retroalimenta y la dependencia va en descenso.
Las situaciones nuevas, de crisis, llevan todo este proceso hacia un punto cero y los equipos de trabajo vuelven a necesitar un líder muy presente. Hoy más que nunca las figuras de liderazgo se convierten en parte clave de las organizaciones y habilidades como la empatía, la flexibilidad, la adaptabilidad y la confianza van a ser las competencias más requeridas para sortear estar crisis.
- La innovación y la gestión de crisis, como los principales pilares para encontrar una salida resiliente a todos los desafíos que se vienen.
La innovación porque probablemente haya que cambiar la forma de trabajar, de producir, de vender pero también transformar nuestros productos y/o servicios. La pandemia llevó a una aceleración del mundo virtual y las personas se adaptaron cambiando muchos de sus hábitos cotidianos. Hoy predominan las visitas médicas, clases educativas, la gimnasia, el entretenimiento y las compras de modo virtual. Hay que evaluar cuántas de estas nuevas tendencias van a perdurar post pandemia y cómo adaptarse para ser una organización que acompañe a sus clientes en este proceso.
La gestión de crisis, la pensamos como una herramienta clave porque es momento de construir un enfoque distinto para dar respuestas a un “nuevo mundo”. Toda crisis es una oportunidad, pero sólo si uno logra reorganizarse, cuestionarse, autoevaluarse y mantener una postura flexiva, expectante, atenta y analítica para ser parte de todos los cambios que traerá esta nueva realidad.
Es un momento clave, de analizar lo que está pasado en el mundo, de planificar escenarios posibles y de buscar racionalizar y potenciar los procesos, poniendo en el centro el cuidado de nuestro equipo y de nuestros clientes. Los desafíos que se vienen son muy complejos, pero es tiempo de hacer frente a las adversidades y convertirlas en nuestro motor para fortalecernos y superarnos. Es tiempo de re-pensarse y de re-construir.
“No podemos dejar la revolución en manos del virus. Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar (…) para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta” (Byung-Chul Han).